Relegado a ese grupo de actores a los
que no se tiene en cuenta. Asiduo de comedias románticas palomiteras y
reportajes sin camiseta en alguna playa de California con Camila Alves, Matthew
McConaughey jugaba en segunda división para la crítica. Forraba las
carpetas de chicas de high school al final de los noventa y primeros dos mil.
Más adelante su complicado nombre se encontraba en el top de artistas más
rastreados en Google (imágenes), buscado también por madres y abuelas. El
corrector del buscador no daba abasto.